Tensión en Oriente Próximo
La escalada de atentados palestinos desde Gaza enfrenta a ambos Gobiernos - El Cairo amenaza con llamar al embajador por la muerte de cinco policías en Sinaí
ENRIC GONZÁLEZ - Jerusalén –
Todas las opciones de paz en Oriente Próximo se basan en la alianza entre Israel y Egipto. Pero la alianza -forjada en los acuerdos de paz de Camp David firmados por Menahem Begin y Anuar el Sadat en 1978- se resquebrajó con la caída de Hosni Mubarak y ahora, tras los atentados del jueves, ha entrado en crisis. El Gobierno de El Cairo convocó ayer al embajador israelí y amenazó con retirar a su propio embajador en Tel Aviv, como protesta por la muerte de cinco policías egipcios en un tiroteo fronterizo y por las acusaciones de que no es capaz de controlar el movimiento de terroristas en el desierto del Sinaí. Pese a la tensión, ambos Gobiernos intentaban evitar que la crisis desembocara en ruptura. Israel, en un gesto inhabitual, expresó su "pesar" por la situación.
La junta militar solo aspiraba a que Benjamín Netanyahu pidiera disculpas
El detonante de la crisis fue un incidente, aún confuso, durante los combates entre soldados israelíes y milicianos palestinos que penetraron el jueves en Israel para cometer una serie de atentados. Los israelíes entraron en territorio de Egipto para perseguir a los palestinos y en la batalla fueron alcanzados y muertos tres policías egipcios (otros dos, heridos muy graves, fallecieron ayer).
En un primer momento, el Gobierno de Benjamín Netanyahu acusó de esas muertes a un terrorista suicida palestino. Pero esa versión no pudo sostenerse. Tampoco en la parte egipcia tenían las cosas claras: unos decían que los policías habían sido tiroteados por soldados desde el lado israelí de la frontera, otros decían que habían sufrido un ametrallamiento desde un helicóptero y una tercera versión culpaba a los palestinos que trataban de escabullirse hacia el interior del Sinaí.
El jefe del Ejército egipcio, general Sami Enan, se desplazó a la frontera para recabar información sobre el incidente. El viernes, el primer ministro Essam Sharaf convocó a su Gabinete para hablar de la situación en el Sinaí, un desierto por el que circulan con creciente libertad guerrilleros y terroristas, y más en concreto de la muerte de los policías. "Egipto ha presentado una protesta formal ante Israel por los incidentes fronterizos y exige una investigación urgente sobre las razones y las circunstancias que rodearon la muerte de miembros de las fuerzas egipcias", anunció un portavoz militar.
El Gobierno egipcio, que cooperó con los israelíes durante los ataques del jueves, solo aspiraba a que Netanyahu o su ministro de Defensa, Ehud Barak, presentaran excusas y ofrecieran alguna explicación pública. La población egipcia nunca se ha mostrado entusiasta ante la existencia de Israel y tiende a pensar que Mubarak fue demasiado servil con su poderoso vecino, por lo que la Junta Militar y el Gobierno que asumieron el poder tras la caída del dictador, en febrero, necesitaban mostrar una imagen de firmeza. La situación no era muy distinta a la de Turquía tras el cruento asalto a la nave Mavi Marmara. Bastaba una declaración más o menos compungida de Israel para salvar la cara y la alianza. Pero Israel, como con Turquía, ignoró olímpicamente las quejas.
Miles de manifestantes furiosos se congregaron ante la Embajada israelí en El Cairo. En Alejandría, un manifestante arrancó la bandera con la estrella de David del consulado y la sustituyó por banderas egipcias y palestinas.
Vista la situación, el Gobierno de Egipto elevó el tono. La televisión oficial anunció que el embajador egipcio en Tel Aviv sería retirado por tiempo indefinido. El embajador israelí fue convocado con urgencia (en realidad, el embajador vive en Israel por razones de seguridad y la legación es dirigida por el encargado de negocios) para ser informado de que Egipto consideraba los hechos "una vulneración de los acuerdos de paz de 1979". Las relaciones parecían al borde de la ruptura.
La amenaza surtió efecto. Netanyahu se reunió con sus principales ministros para buscar remedio a la crisis y optó por hacer lo que podía haber hecho la víspera. Ehud Barak realizó una declaración conciliadora: "Israel expresa su pesar por las muertes de tres agentes egipcios durante el ataque en la frontera", dijo. Añadió que la paz entre Israel y Egipto era "de gran importancia y valor estratégico para la paz en Oriente Próximo", y elogió la "discreción y responsabilidad" de las autoridades de El Cairo. También intentó satisfacer una de las exigencias egipcias y anunció que el incidente sería investigado. "Haremos lo necesario para evitar que el embajador egipcio se vaya", explicó un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores en Jerusalén.
El gesto de Barak, sin embargo, fue insuficiente para El Cairo. Un portavoz diplomático egipcio manifestó a la BBC que la declaración no bastaba y que eran necesarias "excusas formales", así como el compromiso oficial de que cualquier investigación sobre el incidente sería compartida por militares de Egipto e Israel.
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